viernes, 7 de octubre de 2016

Superada por las situaciones de mi vida

Estoy llorando. Pero hace mucho tiempo que ya no confío mis tribulaciones personales a nadie, porque no confío, porque no quiero mostrarme débil, o más simple aún, porque no quiero ser juzgada como una fracasada, que en realidad es como me siento.
Soy madre de una niña de casi 16 meses. Estoy librando estos días una dura batalla con ella. Ahora mismo está sufriendo un brote de gastroenteritis que no ha hecho si no agravar una circunstancia que hace una semana se produjo, y es que no quiere comer. Ella que hasta ahora comía muy bien su comida triturada, sus comida en trocitos, sus biberones y purés de fruta, ahora ha decidido que no quiere comer nada. Y esto, sencillamente, me supera.
Mi nevera no es sino un tapper gigante donde guardo minitappers con todo lo que le cocino y me deja sin probar. Intento buscar alternativas como sentarla a la mesa conmigo mientras como, sentarla sobre mis rodillas con mi comida por si me pidiera, sentarla en la trona a base de un forcejeo brutal porque no quiere sentarse, llevarle la comida detrás de ella por toda la casa. Creo que sólo me hace falta hacer el pino para ver si así llamo su atención y por curiosidad quisiera probar lo que tengo de comida para darle.
Y todo esto me supera como hace tiempo no me superaba una situación. Porque he acabado gritándole, dejándola llorar sin consolarla, dejarla sin comer para ver si en la próxima vez reúne más hambre. Ese tipo de cosas que siempre he puesto en la la lista negra de cosas que no haré a mi hija. Así que hoy me siento una mala madre, muy mala madre, porque no soy capaz de proporcionarle a mi hija una de sus necesidades básicas como es la alimentación para que sobreviva. Y lo que es peor, me he ido a trabajar sintiendo que estaba huyendo de ella, dejándola atrás para no tener que volver a gritarle por no comer.